Salinas Grandes, la espectacularidad de lo natural sin aditamentos

Salinas Grandes, la espectacularidad de lo natural sin aditamentos

Probablemente la gran mayoría de turistas que arriban a Córdoba vengan en busca del buen clima, las sierras, los arroyos serenos y las sombras debajo de los árboles. Esta hipótesis podría encontrar un fundamento desde la misma génesis turística de la provincia.

Históricamente, Córdoba ha sido reconocida por sus bondades naturales, el clima que cura enfermedades respiratorias, los hoteles de gremios, el turismo social del siglo pasado que dejó huellas indelebles, en especial en comprovincianos bonaerenses y santafecinos fanáticos de estas tierras y que siguen llegando en sus propios vehículos o en micro para concretar las ansiadas vacaciones familiares.

En este contexto ¿Alguien pensaría que existe un Salar en plena provincia de Córdoba? Un espacio agreste, inmenso, blanco inmaculado, salitroso y reseco por la energía solar, que rompe con el imaginario serrano y nos vuela la cabeza. Con aires de desierto indómito, minimalista y salvaje, producto de la facultad de Dios. Y no hablo de Dios en términos religiosos, si no de esa mecánica universal y perfecta.

Salinas Grandes no es un desierto en absoluto; por el contrario, es un lugar cargado de vida. Dios, artista informe, omnipresente, que con fino criterio de escultor moldeó un paisaje níveo, mediterráneo, con pizcas de magia y caprichos de bosque ¿Cómo pudo atreverse a tanto?. Producto de la filtración de un antiguo fondo marino durante miles y miles de años, ha dejado expuestas hectáreas de minerales, en especial de cloruro de sodio. En verano, sus temperaturas pueden ser extremas. Cuando llueve, el paisaje puede cambiar drásticamente. 

Salinas es una Reserva Natural Provincial de Usos Múltiples de 200 mil hectáreas, localizada al Noroeste de Córdoba, a 196 km del Aeropuerto Internacional y es compartida con las provincias de Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja. Se accede por RN 9 tomando luego la RP 60 . Las principales actividades productivas son la extracción de sal y el turismo. Es un escenario natural sin precedentes en tierras cordobesas para una experiencia natural inmersiva. No existe contaminación visual, sonora ni lumínica. Es un paraíso mediterráneo con atardeceres que le roban el protagonismo al mejor influencer. Cuando caminamos hacia el corazón del salar, el crujir de la sal bajo nuestros pies es la música que conduce a la fusión de lo eterno con lo efímero, el instante en que el sol se oculta tras el horizonte para producir el recuerdo memorable. Interludio de luces, sombras y graduación de colores. ¿Será Dios jugando a las escondidas?

Quienes amamos la naturaleza, la cuidamos, tratamos de protegerla como la Diosa que es, sabemos que lo elemental es espectacular, que no es necesario agregar aditamentos a la ceremonia natural. Lo sencillo preserva secretos y misterios insondables que se escapan a nuestro rústico entendimiento ¡Eso es grandioso! No hace falta parafernalia para disfrutar de lo natural que, al contacto con los sentidos sin distracciones, revive lo esencial. La percepción de lo elemental nos hace vibrar hasta la médula. Es cuando quedarte ahí, debajo de esa estrella, o de Venus, es mandatorio. Sin apuros, el tiempo que sea. Dios no juega a los dados con el universo, mucho menos cuando sobre esta porción de sal, la noche se cierra y el cielo generoso de estrellas, dibuja lechoso el brazo de Orión sobre nuestras cabezas.

Autora: Silvana Sánchez, Guardiana del Bosque.

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Silvana Sánchez

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