Esteros del Iberá Un Viaje Inolvidable a la Reserva de Vida Silvestre
Esteros del Iberá es uno de los mayores humedales con los que contamos en Sudamérica y el mundo. Sitio Ramsar, esto implica que su biodiversidad debe ser protegida y preservada por el bien de la humanidad.
Esteros del Iberá es nuestro y se encuentra en la provincia de Corrientes. Viajar hasta allá con el grupo de adultos mayores fue un gran desafío por la distancia y lo exótico del destino.
Viajamos unas 7 horas en minibús hasta La Paz, provincia de Entre Ríos, donde hicimos parada para dormir una noche.
Nos alojamos en “La Cautiva de Ramírez” un hotel museo que otrora había sido un molino harinero. Sus instalaciones están impecables y dejan ver el pasado del lugar, junto a él, un restaurante que permite degustar pescados de río y otras especialidades.
Esa noche dimos un paseo a pie por la Costanera a pocas cuadras del hotel. En el lugar existen termas, Entre Ríos es una provincia con una fuerte impronta termal y La Paz un destino apacible, tranquilo, a orillas del Río Paraná.
A la mañana siguiente continuamos el viaje durante 6 hs hacia Corrientes, el destino es Carlos Pellegrini, el portal de acceso más importante a los Esteros. Previamente, hicimos una breve pasada por el “Santuario del Gauchito Gil”, ubicado a la vera de la Ruta Nacional 123, para ver de qué se trataba ya que nos habían recomendado verlo al menos una vez.
Luego llegamos a Mercedes, el último punto de “civilización” por así llamarlo previo al ingreso al enorme parque nacional.
Aprovechamos para comprar algunas frutas, agua y observar los primeros osos hormigueros que se animaban a cruzar la ruta. En este punto, se pide a los conductores circular con extremo cuidado ya que los animales se encuentran en su hábitat natural y no entienden de jurisdicciones o divisiones políticas.
El camino a continuación requería de armarnos de paciencia, ya que es de ripio en un estado de mantenimiento regular; las dos horas que, en teoría, nos restaba para alcanzar el objetivo, se tradujeron en poco más de 3 por el estado del camino.
Ya en ripio, comenzamos a apreciar desde el micro las maravillas naturales: toda clase de aves, carpinchos enormes y carpinchos bebés, ciervos de los pantanos. Era la antesala de la naturaleza viva que nos esperaba más adelante. Paramos para tomar algunas fotografías y continuamos viaje hacia Carlos Pellegrini.
Lo primero que hicimos al arribar, fue pasar por el puesto de Guardaparques para anunciar nuestro arribo, debido al respeto por las capacidades de carga en áreas naturales protegidas, debemos presentar el permiso otorgado previamente.
Caía la tarde y el sol se pintaba en tonalidades amarillo-rojizas sobre la Laguna. La zona integra numerosas lagunas que, unidas a esteros y bañados, provocan el enorme humedal que sirve de hábitat a especies animales y vegetales, además de infinidad de insectos y numerosas variedades de mariposas.
Una vez admitidos, cruzamos el puente que nos conectaría con Carlos Pellegrini propiamente, para alojarnos en la Posada YPA SAPUKAI. Tras acomodarnos en las habitaciones, comenzamos nuestra inmersión natural y cultural en un lugar único en el mundo, mientras nos preparamos para las actividades que nos esperaban los días subsiguientes. La cena en la posada se caracteriza por ser casera, deliciosa y abundante.
El primer día de visita incluyó un recorrido por el Centro de Interpretación para aclimatarnos al lugar. Incluyó una caminata donde observamos una red de árboles autóctonos tales como la palmera yatay, pindó y caranday. A nuestro paso, pudimos avistar en las copas de los árboles los monos carayá, un macho acompañado de varias hembras cargando a su cría, un espectáculo asombroso por la proximidad con la que se dejan observar. Marchamos en silencio de acuerdo con las instrucciones de los guardaparques, para facilitar el abordaje y no molestar a la fauna.
Por turnos, nos organizamos para salir en lanchas con guía experto hacia el interior de los Esteros. Cabe resaltar que los turistas podemos acceder únicamente a la periferia del parque nacional, es decir, al territorio que constituye la reserva natural provincial.
El paseo en lancha, con un máximo de 8 personas por turno, implica mimetizarse con el paisaje, comprender aquellos nativos que conviven en armonía con un entorno que, a nuestros ojos, resulta extravagante, inusual, hasta insólito.
Tuvimos la oportunidad de adquirir un libro que narra la historia de la constitución del parque, desde aquellos cazadores y recolectores nativos que obtenían de las lagunas los dones para la supervivencia, pasando por cazadores furtivos que diezmaron la población de muchas especies como el yaguareté, por el valor que en su momento adquirían las pieles en el mercado internacional; fue un largo proceso de encuentros y desencuentros, pasaron muchos años, gobiernos, tipos de política y agua bajo el puente, hasta que se concretó el anhelado sueño del parque nacional.
Volviendo al paseo en lancha y a nuestro guía, quien nos iba ayudando con su ojo avezado a detectar las distintas especies que nos rodeaban a lo largo y ancho de los canales acuáticos. Comenzamos a vislumbrar enormes yacarés overos asoleándose mansamente, al alcance de nuestra mano, pero ojo, no está permitido acercarse más de la cuenta.
También observamos venados de las pampas y gran variedad de aves como el pirincho. Las aves son otro cantar, realmente. La cantidad y diversidad de especies que habitan los Esteros es incalculable.
Al día siguiente realizamos un recorrido por otro canal y aprovechamos para caminar otros senderos, diferentes a los del primer día. Nos encontramos nuevamente con ciervos y carpinchos, de los más campantes, indiferentes a nuestro paso porque claro, los cuidados hacia la fauna son muy estrictos entonces no representamos una amenaza.
Nos llamó muchísimo la atención las “mulitas” como les llamamos comúnmente. Los “armadillos” son unos animalitos mamíferos, que poseen un caparazón dorsal compuesto por placas, es de color gris brillante, muy rápido para moverse y le encanta comer y arrancar hierbas. Su cola es bastante larga y sus patitas cortas.
La cocina de Iberá se caracteriza por sus ingredientes y las influencias migratorias, que la hacen en conjunto la cocina criollo-guaranítica con una fuerte y sabrosa identidad.
Para cocinar se utiliza leña, hornos de barro y ollas de hierro. La comida es bien casera y sobre todo sencilla de sabores dulces; los principales ingredientes son el maíz, la mandioca, batatas, zapallos, maníes, porotos y quesos criollos de elaboración artesanal.
En la posada tuvimos oportunidad de probar chipá, corderos, estofados, dulces regionales de naranja y frutos de temporada, hasta budines de yerba mate.
Finalizada nuestra aventura en Iberá, emprendimos el viaje de regreso. Paramos en “Federación”, Entre Ríos, un par de noches, para aprovechar las aguas termales.
Aprovechamos también para recorrer la Represa Hidroeléctrica Salto Grande, una obra de ingeniería civil trascendente, que provee de energía a gran parte del país y fruto de un acuerdo binacional que sentó precedentes en cuestión de convenios en la historia de Argentina y Uruguay.
Previa visita al museo, el recorrido es sumamente interesante. El Complejo está formado por una presa central de hormigón y dos presas de tierra, por eso se trata de una presa mixta. Para su construcción se utilizaron 60.000 toneladas de hierro y 1.500.000 m3 de hormigón, equivalente a la construcción de 1.000 edificios de treinta pisos de altura. La represa cuenta con Escalas de Peces que son mecanismos que vinculan el río con el embalse, permitiendo a los peces que se trasladan aguas arriba ascender a través de una columna de agua.
En este sentido cabe destacar, que la población original de federación tuvo que ser mudada a causa de la construcción de la Represa. Situación que llevó al municipio de Federación a ingeniarse de qué manera podrían sustentarse los pobladores, cuestión que en ese momento se inicia el proceso de aprovechamiento de las aguas termales desde el sector público, atrayendo las inversiones hoteleras alrededor del parque termal municipal, lo que fue configurando su nuevo perfil urbano a partir de la actividad turística.
De ida hacia Esteros del Iberá tuvimos la oportunidad de conocer el Río Paraná. Mientras que, de regreso, el Río Uruguay. Un imponente curso de agua de 1.838km de longitud, un límite natural entre Argentina y Uruguay, que nace en la Sierra Geral en el sudeste de Brasil en el límite entre los estados de Río Grande del Sur y Santa Catarina, y desemboca en el Río de la Plata.
La travesía nos permitió conocer un espacio geográfico diferente al que estamos habituados, dos provincias, Entre Ríos y Corrientes, rodeadas de agua dulce, una biodiversidad fuera de lo común y la cultura guaraní, parte de una extensa red territorial de pueblos nativos que abarca el nordeste argentino, Paraguay, sureste de Bolivia, suroeste de Brasil y parte de Uruguay.